He vuelto a una Managua, a una campaña en la que todo mantiene el ritmo impreso por el gobierno nicaragüense al otro día del triunfo sandinista. Incluso los progresos son visibles en lo que toca a la vida diaria, la alimentación y las condiciones sanitarias. Pero lo que faltaba y sólo podía ser obtenido por medio de créditos y divisas, sigue faltando medios de transporte, piezas de repuesto, material hospitalario, medicamentos, infraestructuras para los planes de construcción. ¿Cómo podría no faltar; pese a los esfuerzos de solidaridad de no pocos países del este y del oeste, si Nicaragua les fue devuelta a sus legítimos dueños como un muñeco roto, una casa devastada por el más siniestro de los tifones, que no se llamó Flora ni Lucy sino Somoza?

Extraído de Nicaragua tan violentamente dulce, 1983